Se come por la boca, y también se come por los ojos. Y mientras nos llevamos a la boca exquisitos manjares, por los ojos nos entran los bellos paisajes del Alt Empordà, con el intenso azul del Mediterráneo y las agrestes rocas del Cap de Creus, y como guarnición las formas de la arquitectura románica del monasterio de Sant Pere de Rodes.
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