Siempre es emocionante cuando entras en una basílica por primera vez, sobre todo si es antigua, y diriges la mirada hacia el fondo de la nave. Y más si, como es el caso de la basílica de Sant Feliu en Girona, la entrada está en un lado y no ves el altar hasta que no te sitúas justo en la nave. Descubres la belleza de la luz de colores.
A les pedres hi és tota la història, per això emociona.
ResponderEliminarMolt ben il.luminada, la foto.