Un extenso llano al oeste de Huesca. Al fondo se intuye la silueta del Moncayo. Vale la pena el esfuerzo de subir desde ahí abajo para disfrutar de este panorama.
Sin futuro, sólo presente. Con el auge y el alcance actual de la mensajería electrónica se ha perdido aquella sensación que se experimentaba al recibir una carta, y abrirla.