Hoy nevaba en cotas bajas del Pirineo. En el trabajo alguien preguntaba "¿cuánto falta para la primavera?"... y estamos en vísperas de mayo. El típico "el tiempo está loco" es más actual que nunca.
PD: La foto corresponde a unas viejas naves industriales en el barrio barcelonés de Poble Nou. Las líneas verticales oscuras son alambres de una valla que he intentado desenfocar lo máximo posible para que no salieran en la foto.
El Árbol de Jesé es una vidriera de finales del siglo XIII y principios del XIV que se encuentra en la capilla de la virgen, en el brazo norte del crucero de la basílica de Saint Nazaire en Carcasona. En él se representa el árbol genealógico de los antepasados de Jesús. Me sorprendió la combinación de luces de las velas y las lámparas con la proveniente de la vidriera.
La vidrieras de la basílica de Saint Nazaire en Carcasona están consideradas las más bonitas del sur de Francia, y no es de extrañar porque en cuanto entras en el edificio te quedas fascinado por tanto color. A pesar de las constantes reformas a lo largo de la historia, las vidrieras están prácticamente intactas. La vidriera central del coro es del siglo XIII, las dos laterales del XIV y las dos intermedias sustituidas el XVI.
Así nos está dejando el gobierno con tanto recorte y tanta reforma que no parecen tener el resultado esperado.
Viejas callejuelas de viejos lugares en las que nunca deja de oirse el eco de los pasos de aquellos que las caminan.
No queda claro qué quiere expresar esta gárgola de la basílica de Saint Nazaire en Carcasona, si dolor, sorpresa o qué. A pesar de su aspecto gótico, ésta, como otras muchas gárgolas de esta basílica son producto de la restauración llevada a cabo por Viollet-de-Duc en el s. XIX.
Cuando en agua de la ola encharca la orilla de la playa, y mientras este agua no se filtra en la arena, siempre surgen vistosas burbujas de unos orificios que antes no estaban, como si la playa los abriera para respirar.
El famoso elevador de Glória en Lisboa. La verdad es que bajar por esta empinada calle no es mucho problema, eso sí, vigilando de no resbalar con las hojas del suelo. Pero para subir es altamente recomendable hacerlo en este pintoresco funicular.
Se dice "qué vida más perra" como lamento por una vida dura y llena de dificultades, pero perros los hay viven de muchas maneras, y para muchos de ellos, si no la mayoría, ni es dura ni llena de dificultades. Tal como vamos ahora, seguro que entre ellos existe la expresión "qué vida más humana" para referirse a una vida dura y llena de dificultades.
A muy pocos minutos de la metrópoli de Barcelona puedes vivir tu propio documental de la naturaleza. Parece increíble.
Preguntándome qué se debía ocultar tras esa puerta, en un muro de piedra que no correspondía a ninguna casa, caseta o cobertizo.
Una paloma espectadora del entrar y salir de las hordas de turistas entrar por la puerta d'Aude de la fortaleza de Carcasona.
El fuerte viento de tierra a mar arranca el agua de las crestas de las olas. Es como si las despeinara.
Ritmo urbano de día festivo en un rincón del barrio lisboeta de Chiado, no muy lejos del circuito turístico en que te ofrecen cena con actuación de fado.
Una simpática papelera en el parque natural del Delta del Llobregat. No todas eran así, por eso.
Tenemos que ser muy cuidadosos con no dejar rastro ni alterar sustancialmente las cosas que nos rodean si queremos pasar desapercibidos. Si no, pueden acabar encontrándonos.
Indiscutiblemente la reina de las flores, independientemente de su color y su tamaño. Ésta rosa de pitiminí no es más grande que un garbanzo.
Feliç Diada de Sant Jordi!
Un gesto en vías de extinción por el auge de los libros electrónicos, al igual que el olor a tinta y papel. Recordad que mañana es el Día del Libro.
Estás en un lugar turístico y ves una foto. Lo normal es coger la cámara, encuadrar, enfocar y esperar a que no se cruce nadie delante del objetivo. Y así pasa rato, mucho rato. Nadie se percata de un tipo de metro ochenta plantado en medio de una calle sosteniendo una cámara en vertical delante de la cara. Casi me echan alguna moneda pensando que era la típica estatua viviente. En un momento determinado no hay nadie en escena, así que disparo... y veo que entraba una mujer en el encuadre. Espero que desaparezca por detrás del arco, disparo... y de repente vuelve a aparecer en el encuadre, asomándose por una almena. Espero lo indecible, porque estuvo un buen rato. Veo que se incorpora y parece que se va hacia la derecha. Esta vez no me pillará, y me preparo para pulsar el botón justo cuando desaparezca tras el arco, no vaya a ser que se dé la vuelta en el último instante. Calculo el tiempo, la fracción de segundo, y cuando está a punto de desaparecer pulso el botón esperando que en ese lapso de tiempo ya no aparezca en la foto, pero no, justo en ese momento decide dar medio paso atrás y asomarse por la otra almena, que tenía la misma vista que la anterior. Lanzo un "¡argh!" interior y pienso que con las fotos que he hecho podré hacer desparecer a la mujer y obtener lo que había visto en un primer momento.
Han pasado los meses, y cuando me dispongo a editar las fotos para hacer desaparece la mujer y publicarla, encuentro más interesante mostrar la historia que hay detrás de la foto. Y éste es el resultado.
Tras un invierno de soledad, la playa empieza a despertar poco a poco en primavera. Lástima que en verano dejará de ser un lugar bello y sereno.
Desde tiempos muy remotos el hombre lo explica todo con principios antagónicos enfrentados. Lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, el día y la noche, el espíritu y la materia, la acción y la reacción... En el lejano Oriente lo resumen con el yin y el yang.
Recostado tranquilamente delante de la entrada de la casa. A pesar de su respetable tamaño dudo mucho que se te echara encima aunque pasaras por encima de él.
Cuando el agua de la ola regresa al mar, siempre se queda un poco en los huecos que dejan las pisadas en la arena. Son como pedacitos de mar, prisioneros de tierra firme.
Cuando estás en una de estas "villages" tan volcadas en el turismo, no sabes asegurar si una casa es de cartón-piedra o es realmente de la época que pretende ser. Yo aún tengo la duda.
En Lisboa, en el acceso al elevador de Santa Justa desde Chiado. Me pareció curiosa la escena. Y tampoco se me ocurrió un título mejor.
Se supone que estos miradores instalados en las playas del Delta del Llobregat están para contemplar la riqueza paisajística de la zona, pero en cuanto oyes los motores de un avión en pleno despegue, no puedes evitar seguirlo con la mirada, o con la cámara, hasta que se pierde de vista, o aparece otro.
¿Qué esperas encontrar en un sitio antiguo? Pues antigüedades. En todo caso Carcasona es un lugar tan turístico que es difícil abstraerse y retornar al pasado cuando paseas por las calles de la ciudadela. Apenas puedes encontrar un rincón solitario, ni una casa que no se haya convertido en una tienda de souvenirs. No te queda más remedio que levantar un poco la mirada para desconectar del presente.
Una sola bombilla para alumbrar una larga y oscura escalera de piedra. La vista desde arriba es que desciendes al oscuro abismo.
En su constante venir a la orilla, las olas acaban por deshacerse y entregar su agua a la arena. Rápidamente ese agua inicia su retorno al mar del que salió, pero en ese retorno se encuentra con la ola siguiente y choca con ella. Lo que ahora yo no sé es si el agua que vuelve ahora a mojar la arena es de la segunda ola o es la que vino con la ola anterior, o sea, que en continua retirada.
Ruego perdonéis mi poca o nula inspiración a media tarde...
La puerta de Narbona es la más importante de la ciudadela de Carcasona. Está flanqueada por dos monumentales torres que, a parte de su función defensiva, servían para almacenar agua y víveres para poder soportar prolongados asedios, como los 7 años que cuenta la leyenda que tuvieron que resistir a las tropas de Pipino el Breve. Y sobre la puerta, una figura de la Virgen María a la que le fue robado el niño.
Una vista del barrio de Baixa desde el elevador de Santa Justa, en Lisboa. Al fondo, entre la niebla, el Castelo de São Jorge. ¡Cuánto me gusta Lisboa!
Me gusta fotografiar arquitectura cuando veo un edificio o una obra que me llama la atención. Normalmente suelo hacer planos medios con todo el edificio o gran parte de él, principalmente para destacar las líneas y las formas. Pero Gaudí es otro mundo. Nunca consigo "ver" un edificio suyo entero, y mi mirada se pierde buscando en los innumerables detalles. Por eso acabo fotografiando fragmentos.
El espacio que hay entre las dos murallas de una fortificación se llama "intervallum". Tiene gracia que dicha palabra latina ha derivado en "intervalo", que significa un espacio entre dos puntos y se suele referir la mayor parte de las veces al tiempo, pero la parte "vallum" hace referencia a una valla o empalizada, y de ahí curiosamente también deriva la palabra inglesa "wall" que es muro o muralla.
Es otoño, y el sol hace unos minutos que se puso tras el horizonte, aunque las nubes han impedido verlo. Está lloviendo y hace frío. Una cálida luz sube por el cimborrio de la iglesia, pero sigue haciendo frío.
Aunque yo soy más de montaña, el mar ejerce sobre mí una atracción como un imán, y sobre todo en invierno y si el agua está brava.
Allá por el siglo VIII la ciudadela de Carcasona estuvo ocupada por los sarracenos. El ejército franco de Pipino el Breve sometió la ciudadela a un largo asedio que duró años esperando que el hambre y la escasez provocara la rendición de los sarracenos. Cuenta la leyenda que al morir el rey sarraceno, la Dama Carcas tomó el mando. Mandó construir muñecos de paja vestidos de soldados para colocarlos en las murallas y hacer ver que resistían sin problema. Llegó un momento que el hambre empezó a hacer mella y ordenó recopilar todo el alimento que quedaba en la fortaleza. Consiguieron reunir tan sólo un cerdo y un saco de trigo, así que la Dama Carcas hizo cebar el cerdo con el trigo, y seguidamente lo arrojó fuera desde la torre más alta. Cuando lo vieron los cansados francos creyeron que los habitantes de la ciudadela estaban aún bien provistos de víveres, por lo que decidieron retirarse. En cuanto la Dama Carcas vio esta retirada, hizo sonar todas las campanas de la ciudadela, y uno de los caballeros francos comunicó a su general "Sire, Carcas sonne!".
Una vista exterior del Pont des Marchands, de origen romano. Sobre él discurre la Via Domitia, que unía Hispania con Roma. Y aquí amarrado el barco Tramontane, que hace paseos turísticos por el canal de La Robine.
El entorno de este rincón de Narbona es muy agradable, y el momento de la foto también lo es. Veníamos de disfrutar de una buena cena francesa en el restaurante de la derecha de la imagen, donde la furgoneta. Luego fuimos a ver una exhibición de baile con música en vivo en una pequeña plaza que hay sobre las escaleras de la izquierda. Y de regreso al hotel, esta vista del canal desde un puente peatonal cubierto de lucecitas, como si fuera Navidad.
Uno de los barrios más comerciales de Lisboa, diseñado y construido en el s XVIII por el Marqués de Pombal tras el terrible terremoto que destruyó la ciudad. La Rua Augusta cruza todo el barrio por el centro, de norte a sur, desde la plaza Dom Pedro IV hasta la plaza del Comercio, a orillas del Tajo.
Detalle de la Casa Milà, "La Pedrera" de Gaudí, que no sé si tiene que ver con que esté en el Paseo de Gracia, o es casualidad.
Desde pequeño siempre envidié a la gente que vivía en ciudades o pueblos atravesados por un río, quizás porque yo vivía en una ciudad sin ello. Para mí tener un río en medio de la ciudad es tener un lugar donde ir a desconectar de la rutina, a descargar las cosas negativas para que se las lleve la corriente.
Mirando los arcos románicos del claustro del monasterio de Poblet desde un arco gótico. Las modas evolucionan y en ocasiones involucionan, devolviendo al presente ecos del pasado. Pero en arquitectura siempre se evoluciona, siempre se progresa aunque haya quien no lo vea.
Me gusta ver cómo corretean las lavanderas blancas por la orilla de la playa, moviendo las patas con gran velocidad que casi ni se las ve, y manteniendo su larga cola totalmente horizontal.
Un gran legado que nos queda del afán imperialista de los romanos son sus carreteras, que permitían una movilidad ordenada por todos sus territorios. Aquí la calzada de la vía Domitia a su paso por Narbona. A nuestras espaldas Hispania, y al frente el camino hacia Roma.
Un momento que me recordó la famosa y angustiosa película de Hitchcock. A esta distancia no impresiona, pero las gaviotas de cerca no son pajarillos.
Ya sabíamos que Barcelona era un paraíso para los vehículos de dos ruedas, pero a pesar de la orografía, también están triunfando los de pedales, que compiten con los otros por su porción de ciudad.
Es lo que pasa por hacer las cosas sin planificación. La de Narbona tenía que haber sido una catedral de dimensiones notables, pero por diversos motivos quedó en la mitad. Una fea y sosa pared en mitad de la nave hace de fachada, con una minúscula puerta que parece la de servicio.
Así es como yo veo la Edad Media, como una etapa oscura de nuestra historia. Al menos la parte correspondiente a los "reinos cristianos", porque tengo la impresión de que la etapa de ocupación musulmana dejó bastante luz y color en nuestra historia. Lástima que la historia posterior se haya invertido, y ahora haya luz donde no la hubo, y oscuridad donde brilló la luz.
Cuando llegan las vacaciones o cualquier secuencia de varios días festivos seguidos, la gente está deseando que haga buen tiempo para ir a la playa. Para ellos eso es sol y calor. Yo estoy deseando que haya frío y/o llueva para ir a la playa. Eso para mí es buen tiempo. Esta foto está tomada durante la ola de frío siberiano que asoló Europa en febrero. ¿A que no es maravillosa la playa así de desierta?
