Imagino el desespero de los antiguos navegantes cuando en el mar no soplaba ni la más leve brisa. A menos que las embarcaciones tuvieran un medio de propulsión alternativo, sólo les quedaba desplegar las velas y esperar el milagro.
Añadir que la foto tenía su dificultad, porque a pesar de la calma chicha yo iba a bordo de un barco que se movía a algo más de 20 nudos y tenía que soportar demasiado aire lateral para sostener con firmeza la cámara con la focal a 200mm.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Calma chicha
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