Después de subir por el estrecho pasadizo que discurre entre el claustro del monasterio de Los Jerónimos y la iglesia de Santa María, cuando llegas arriba y ves todo este espacio, no puedes evitar que se te escape una exclamación.
Un crucero fluvial remontando el Ródano hacia un destino desconocido. Pocos viajeros a bordo para contemplar el castillo de Tarascón tocado por la luz del atardecer desde un punto de vista privilegiado.