Más o menos a la mitad de la Via dell'amore, entre Riomaggiore y Manarola, el camino se cubre con una especie de porche y las parejas pueden compartir suspiros, y el Mediterráneo ser testigo.
Siempre me llaman la atención las gárgolas al preguntarme qué inspiró a sus creadores a esculpir tan grotescas criaturas, y sobre todo las de forma humana como ésta del Palau del Lloctinent en Barcelona. Seguro que tiene un doble sentido.