Una vez desmenuzado y retirado el hormigón quedan amontonados todos los cables de acero, a la espera de que lleguen personas con sus carros de supermercado para ver qué pueden aprovechar, como carroñeros de la demolición.
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Plaça de les Glòries - Barcelona.
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El largo camino empedrado y amurallado que lleva al castillo de San Gabriel. Bueno, son sólo 175 metros.
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Arrecife, Lanzarote.
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Para tratarse de un parque natural muy cercano a la población, me extrañó verlo tan vacío y tranquilo. Era para sentarse y olvidarse de todo.
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Bellver de Cerdanya, Lleida.
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Una poderosa máquina con dientes que me recordaba un dinosaurio arrancaba con facilidad los "tendones de acero", como el león que arranca jirones de carne de una cebra, o como quien tira de un hilo descosido de una camisa.
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Plaça de les Glòries - Barcelona.
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Lo que parece una simple estructura de hormigón esconde en su interior una maraña de cables de acero que mantienen unida toda la estructura, como nuestros tendones mantienen unidos los huesos.
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Plaça de les Glòries - Barcelona.
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El Puente de las Bolas (es obvio el origen del nombre) fue construido en el siglo XVI para comunicar el castillo de San Gabriel con la ciudad de Arrecife, y es el único puente levadizo de las islas Canarias.
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Arrecife, Lanzarote.
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Las mariquitas tienen suerte de que los pulgones sean animales nada asustadizos, por que muy discretas no son.
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Bellver de Cerdanya, Lleida.
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Tenía delito que viviendo a escasas manzanas de la Plaça de les Glòries y pasando en coche cada día aún no hubiera bajado a hacer unas fotos a las obras de "deconstrucción" del controvertido nudo viario, así que a la que ví que si me descuidaba ya no iba a encontrar nada, una tarde de julio bajé a echar un vistazo.
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Plaça de les Glòries - Barcelona.
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Les Basses de Gallissà fueron un vertedero hasta el año 2000. Ahora son un agradable lugar donde pasear y disfrutar de la naturaleza.
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Bellver de Cerdanya, Lleida.
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Curiosa la manera como estaban dispuestos los caballos. Con las colas se iban dando en las caras.
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Bellver de Cerdanya, Lleida.
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En mi primer paseo diurno por Lanzarote ya descubro los colores más habituales, por no decir los únicos, de las casas lanzaroteñas.
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Arrecife, Lanzarote.
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Un bonito y tranquilo rincón de Arrecife donde incluso se han celebrado bodas.
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Arrecife, Lanzarote.
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Un fin de semana puede llegar a cundir mucho. Todo depende de cómo organices el tiempo y las ganas que tengas de disfrutarlo. Éste fue el inicio de un gran fin de semana, llegando al hotel un viernes por la tarde y encontrándonos esto por la ventana. Justamente hacia allí pondremos rumbo mañana.
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Bellver de Cerdanya, Lleida.
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Desde mi particular y subjetivo punto de vista, de todas las fotos que he disparado en la vida, ésta es quizás la que mejor sigue transmitiendo la sensación que sentí cuando la hice.
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Rupit, Barcelona.
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Noche del 10 de agosto del 2014, disfrutanto de la mayor super luna de los últimos tiempos en la terraza del apartamento mientras doy buena cuenta de un gin-tonic. Estoy de vacaciones en Lanzarote y mañana empiezo a descubrir la isla.
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Puerto del Carmen, Lanzarote.
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Seguimos caminando por la carretera de vuelta al coche, que estaba más lejos de lo que me pensaba. Es el final de una excursión, y también el de una agradable estancia unos días en lo más profundo de la comarca de Osona. Eso sucedió en el otoño del año pasado. Este próximo otoño no sé dónde iré.
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Santa Maria de Besora, Barcelona.
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Cuando ves tu ciudad de regreso de vacaciones te embarga una extraña sensación, unos sentimientos encontrados. Por un lado tienes las ganas de volver a casa, y por el otro la nostalgia de las vacaciones que han acabado.
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Port de Barcelona.
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Juro que no he tocado la saturación de color de esta foto, tan solo contraste y niveles. El otoño se mostraba exuberante en esta curva de la carretera.
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Santa Maria de Besora, Barcelona.
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El camino de regreso desde el punto donde hice la anterior foto de la serie se complicó un poco para mí. No bastó el descubrir que tenía cierto pánico a las alturas que una vez recorrida parte del camino entre altos barrancos descubro en el GPS que no vamos por el camino previsto. No recordaba haber pasado por ningún desvío o cruce, y tampoco estaba dispuesto a volver atrás por los riscos en busca del camino, así que decidí seguir adelante. Tarde o temprano teníamos que empezar a descender de la montaña hasta cruzarnos con la carretera. Y el descenso la verdad es que fue bastante complicado para unos urbanitas como nosotros, pero al final llegamos a la carretera, justo en el punto donde llegaba a ella el camino que debíamos haber seguido.
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Santa Maria de Besora, Barcelona.
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